Livinston
oía atentamente el relato, y sobre el final, Mulligan dijo:-Moraleja... -
-
Estás seguro que tiene moraleja?- Livinston preguntó y se le quedó
mirando muy seriamente
Entonces, negando con la cabeza y
afirmando con la palabra, Mulligan sentenció: -Sí!
Livinston se le quedó mirando muy
seriamente y volvió a hablar: -
¿Y qué es más fuerte? ¿ El gesto ó la palabra?
Quieto,
como en su mejor época de estatua viviente, Mulligan no dijo ni 'mú'. |